Lectura: Juan 11:37-45
Cuatro mil años después de la caída de Adán, que llevó al hombre a su muerte, Jesús está de pie delante de la tumba Lázaro, un muerto de cuatro días. Para Dios un día es como mil años y mil años como un día.
Él ordena que se retire la piedra que bloquea la entrada de la cueva, pero Marta protesta. Después de todo, un cadáver de cuatro días apesta. Pero Jesús exige de Marta la fe que contempla lo invisible y hace realidad lo imposible. Jesús podría muy bien haber retirado la piedra él mismo, o incluso haber hecho que Lázaro la cruzara, pero entonces no hubiera habido ningún acto de creer, que viene antes de ver; el ejercicio de la fe, ese paso de certeza, que desafía todo escepticismo de la razón.
En los evangelios encontramos a Jesús a veces tomando de los discípulos los pocos panes y pescados que llevaban, a veces frotando barro en los ojos del ciego e indicándole un estanque en particular para que vaya a lavarse. La obra es ciertamente de Dios, pero él quiere que el hombre responda al mandato de su Palabra, incluso si está muerto. Por eso da vida antes, como lo hace aquí con Lázaro.
Primero Jesús se dirige al Padre diciendo: "Padre, gracias te doy por haberme oído." (Juan 11:41). ¡¿Porque dice haberme oído?! Pero, ¿cuándo habló con su Padre? ¿Qué pidió y con qué le respondió su Padre? Seguramente se refiere a una oración hecha en la comunión secreta entre Jesús y su Padre. Incluso antes de ordenar a Lázaro que saliera de la tumba con vida, el Hijo ya había recibido respuesta a su petición y esta oración audible es solo para que los presentes crean que el Padre envió al Hijo. Jesús mismo explica esto después de sus palabras de gratitud. " Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. " (Juan 11:42)
Luego gritó: "¡Lázaro, ven fuera!" (Juan 11:43). La misma Palabra de Dios que trajo el Universo a la existencia ahora toma de la muerte un cuerpo en descomposición y lo saca resucitado. La forma en que Lázaro sale de la tumba es desconocida, porque sabemos que tiene las manos y los pies atados. Es necesario que lo desaten para que pueda caminar, y una vez más Jesús deja esta tarea a los hombres.
La historia termina diciendo que "Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él." (Juan 11:45). Es una pena decir que "muchos" y no "todos". Hoy en día hay millones de personas indiferentes ante el clamor de Jesús: "¡Ven!". ¿Eres uno de ellas?
¿Qué te hace pensar que puedes esperar para decidir más tarde escuchar la voz de Jesús? No importa la edad que tengas, en cualquier momento se puede cerrar la ventana de oportunidad que Dios ha determinado para ti. Tu corazón tiene un número finito de latidos cardíacos. Cuando menos lo esperes, se detendrá.
Es muy significativo ver que la vida que Jesús da a Lázaro tendrá un precio: Su propia vida. En los próximos 3 minutos, los judíos traman cómo lo matarán.
