Video: https://www.youtube.com/watch?v=xofY_EJ2P70
Lectura: Juan 10:16-21
Haciendo una retrospectiva de los acontecimientos de este capítulo, el verdadero Pastor, Jesús, entra en el redil de las ovejas por la puerta y llama a sus ovejas para que salgan de ahí. Ellas oyen su voz y le siguen. Entonces él dice que el buen pastor da su vida por las ovejas.
En el versículo 16 revela: "tengo otras ovejas que no son de este redil. Es necesario que las conduzca también. Ellas oirán mi voz y habrá un rebaño y un pastor ". Jesús habla de gentiles que serían beneficiados por su muerte. Esto no es un redil de ovejas, sino un rebaño. Un redil de ovejas necesita cercas, paredes y puertas para mantener las ovejas juntas. Un rebaño sólo necesita al Pastor.
La muerte de Jesús cambiaría todo. El redil de Israel sería dejado de lado y Dios extendería su gracia para salvar a cualquier persona, judío o gentil. Hasta la razón del amor del Padre por su hijo es revelada aquí: "por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida para volverla a tomar" (Juan 10:17).
Con su muerte Jesús glorificó a Dios en todos los aspectos. Aunque nadie fuese salvo, aun así, él hubiera glorificado a Dios por ser el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, solucionando la cuestión del pecado que manchó a la creación. Pero Jesús es también el Salvador de pecadores, por salvar individualmente a todo aquel que el Padre le dio para que creyese en él y en la suficiencia de su muerte sustitutoria.
Hay otra verdad revelada aquí que echa por tierra toda la especulación de los que intentan descubrir la causa de la muerte de Jesús. Algunos hablan de asfixia, otros de colapso resultante de los flagelos, y hay quien piense haber sido por la lanza del soldado romano, sin embargo, la lanza fue clavada en un cuerpo muerto. Jesús mismo explica la causa de su muerte:
"Yo pongo mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre" (Juan 10:17-18)
Ningún ser humano tiene el poder de dar la vida. Usted puede elegir morir para salvar a un amigo, pero habrá una causa externa de muerte. Ni siquiera un suicida es capaz de dar su vida. Él mata a sí mismo. Jesús habla del verbo morir en la primera persona del singular, del acto de terminar la vida y entregar el espíritu sin una causa externa. Él recibió ese poder para cumplir una orden dada por el Padre.
Lucas describe cómo él hizo eso en la Cruz: "Jesús clamó a gran voz: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Y habiendo dicho esto, expiró". (Lucas 23:46). Las afirmaciones de Jesús fueron tan radicales que algunos judíos dijeron que él está endemoniado.
En los próximos 3 minutos encontramos a Jesús en un escenario típico de invierno.