Lectura: Juan 9: 1-3
Video: https://www.youtube.com/watch?v=o_U38paY0oc
Al encontrar al hombre que nació ciego, los discípulos de Jesús intentan descubrir la causa del problema y se equivocan al plantear sólo dos posibilidades. Preguntan: "Maestro, ¿Quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?" (Jn. 9:2).
El origen de un río es su nacimiento, pero la razón por la que fluye en este, y no en otro lugar, depende de varios factores. Es sencillo entender que la fuente de todo sufrimiento es el pecado que arruinó la creación, pero no es tan sencillo descubrir por qué uno sufre y el otro no.
Aunque hay problemas que son resultado directo de nuestros errores, como golpear el poste por conducir ebrio, se necesita tener cautela antes de culpar a alguien por cualquier defecto, enfermedad o desgracia. Cuando conocemos a una persona que sufre, tendemos a actuar como los tres amigos que visitaron a Job en su tribulación: lo estaban haciendo muy bien hasta que decidieron abrir la boca.
La interpretación que los tres amigos dan a la desgracia de Job en el libro del mismo nombre no representa la sabiduría de Dios, sino la sabiduría humana. En 1 Corintios dice que el mundo no conoció a Dios por medio de la sabiduría humana, por lo tanto, el método usado por Elifaz, Bildad y Zofar no sirve para discernir la razón del sufrimiento de alguien.
Elifaz habla de su propia e individual experiencia. Dice en el capítulo 4 del libro de Job: "Como yo he visto..." (Job 4:8). Bildad, el otro amigo, apela a la tradición. En el capítulo 8 dice: "pregunta ahora a las generaciones pasadas, y disponte para inquirir a los padres de ellas" (Job 8:8). En el capítulo 11 le toca a Zofar presentar su argumento religioso y legalista. Según él, si Job “consagra su corazón y aparta de sus manos el pecado, y no permite que la maldad habite en su tienda…” (Job 11:13-14) todo irá bien.
Somos así: juzgamos a las personas por nuestra experiencia, por nuestras tradiciones y por nuestra religión, y deducimos que, si alguien sufre, es por haber fallado en alguno de estos puntos. Por supuesto, este tipo de juicio también nos hace sentir superiores a la persona que sufre, y mi mensaje acabará siendo: “Sé como yo, has como yo hago, vive como yo vivo, y no sufrirás”. Pero, parafraseando a José en el libro de Génesis, "¿Estoy yo en el lugar de Dios?" (Génesis 50:19).
Pablo, en la carta a los Romanos, dice:"!!Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! !!Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿Quién entendió la mente del Señor?" (Ro. 11:33). Bueno, ni tu ni yo podemos entender los motivos y razones de Dios. Lo mejor es no andar dando nuestro veredicto para la razón del sufrimiento de cada uno.
Cuando los discípulos preguntan si el ciego nació así por culpa de algún pecado de sus padres o de él, Jesús responde: "Ni él pecó ni sus padres" (Juan 9:3). Entonces, ¿por qué nació ciego? La respuesta está en los próximos 3 minutos.
