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# 190 La fe de Abraham



Lectura: Juan 8: 37-47

Video: https://youtu.be/KVEk_0sBtqw


La justificación de los judíos para no necesitar de la liberación que Jesús ofrece, es que son hijos de Abraham. Entonces Jesús les acusa: "Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais" (Jn. 8:39).

Dios le ordenó a Abraham que dejara su tierra y se fuera a una tierra que aún tenía que mostrarle. Abraham obedeció y se fue, sin saber adónde iba. En Romanos, el nombre de Abraham se asocia con la fe, que es el fundamento firme o la certeza de las cosas que se esperan y la prueba de las que no se ven.

La fe vincula el mundo visible con el invisible; hace la conexión entre el pasado, el presente y el futuro. Por la fe en lo que Dios dijo del sacrificio de Cristo en el pasado, puedo disfrutar, en el presente, del perdón de mis pecados y de la seguridad de la vida eterna, así como la liberación del juicio futuro.

Por tanto, la fe es una respuesta a la Palabra de Dios. Jesús les dijo a esos judíos: "Mi palabra no halla cabida en vosotros" (Jn. 8:37), y añade: "el que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios" (Jn. 8:47). Una vez más él afirma ser Dios, pero esos judíos, al dudar de su palabra, están en contra de Abraham.

Cuando Sara, que era estéril, tenía más de noventa años y Abraham tenía alrededor de cien, Dios prometió que tendrían un hijo. Cuando el hijo Isaac creció, Dios puso a prueba la fe de Abraham pidiéndole que lo sacrificara. Creyendo que Dios levantaría a Isaac, porque le había prometido que tendría descendencia, Abraham hizo lo que Dios le pidió.

Abraham subió con Isaac a una de las colinas que Dios le había indicado en la tierra de Moriah, donde están hoy Jerusalén y el Monte Calvario. Mientras Abraham llevaba el cuchillo y las brasas para el fuego del sacrificio, Isaac cargaba sobre sus hombros la madera sobre la que sería colocado para morir. En el último momento, Dios le dio a Abraham un carnero para reemplazar a Isaac en el sacrificio.

Seguramente has oído hablar de una escena así: un Hijo obediente al Padre, subiendo una colina, donde hoy está Jerusalén, con un madero en sus espaldas para ser sacrificado sobre él. La diferencia es que, en el caso de Jesús, no había ningún animal que lo reemplazara. Él mismo era el Cordero.

Cuando Dios vio lo mucho que Abraham lo amaba, y la confianza que tenía en su Palabra, le dijo: "Ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste a tu hijo, tu único". Si tú crees en Jesús como tu Salvador y tienes a Dios como Padre, puedes decirle lo mismo: Ahora sé que me amas, ya que no me has negado a tu Hijo, tu único Hijo.

En los próximos 3 minutos entenderás lo que es ser justificado por la fe


Mario Persona es un orador y consultor de comunicación, marketing y desarrollo profesional www.mariopersona.com.br . No tiene formación ni título eclesiástico y no está vinculado a ninguna denominación religiosa, congregándose desde 1981 solo al Nombre del Señor Jesús. Este mensaje originalmente no contiene publicidad. Algunos sistemas para enviar correos electrónicos o RSS generalmente agregan mensajes publicitarios que pueden no expresar la opinión del autor.

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