Si Jesús dice que el que oye la palabra de Dios y cree, tiene vida eterna; y no será condenado, más pasó de muerte a vida “, significa que esa persona está muerta. de lo contrario no tendría sentido pasar de muerte a vida. Él habla de la muerte espiritual. En el versículo 25 Él dice que “viene la hora y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del hijo de Dios y los que oyeren, vivirán". Por tanto, el tiempo es ahora, y aquí habla de la condición espiritual del ser humano: muerto en sus delitos y pecados, como Pablo explica muy bien en la carta a los Efesios capítulo 2. Cuando Dios ordenó a Adán que no comiese del fruto de un árbol en particular en el jardín del Edén, la cuestión no estaba en el fruto o en el árbol, sino en el que dio la orden. La desobediencia conduciría a la muerte, que es la separación de la vida y de su fuente que es Dios. Como Adán y Eva comieron el fruto, la muerte entró en la creación. Ellos y sus descendientes murieron. En primer sentido esa muerte fue la separación de Dios, y se produjo inmediatamente después que desobedecieron. Después vendría la muerte física, otra separación, esta vez del cuerpo como consecuencia de la degradación por falta de vida. Todos los seres humanos nacen sujetos a la muerte física, y separados de Dios, en quien está la vida. ¿ya pensó que, para Adán, no tenía ningún sentido decir que moriría si comía del fruto? La muerte era desconocida en el jardín del Edén y Adán nunca vio una criatura muerta. Por lo tanto, Dios no esperaba que Adán obedeciese por temor a la posibilidad de la muerte. Dios esperaba que Adán obedeciera por ser quien él es. Del mismo modo, no es el miedo al infierno que debes creer en Jesús. No es la perspectiva de ser bendecido y vivir en el cielo que debes creer en él. Ambos motivos son egocéntricos. Si crees para escapar del dolor del infierno y obtener el placer del cielo, estás pensando en ti mismo y perdiendo de vista el hecho de que debes creer en Jesús por quien él es: Dios. Escapar del infierno y ganar el cielo son consecuencias de la conversión, pero no debe ser motivo para creer. El motivo que te mueve en esa dirección, debe ser Jesús. Si crees para evitar el sufrimiento del infierno y conquistar las bendiciones de los cielos, Jesús acabará siendo apenas el medio, pero no tu objetivo y fin. En el fondo, no estás manteniendo tu mirada en Jesús, sino escapando y mirando la vida eterna. El problema es que no hay vida fuera de Jesús, es lo que veremos en los próximos 3 minutos.
