"La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no prevalecieron”, no podían resistirlo. Dios es luz y en él no hay tinieblas. Las tinieblas no es parte de la creación original de Dios; son una consecuencia del pecado de los Ángeles en tiempos antepasados y también del pecado del hombre que se propago de Adán. Técnicamente hablando, las tinieblas no existen. Son solamente la ausencia de luz, un vacío igual a la encontrada en el corazón humano arruinada por el pecado original. En Génesis, después de que Adán pecó, Dios pregunta: "¿Dónde estás?" (GN 3:9). Cuando Dios te pide algo, no es porque quiere saber, sino despertar tu conciencia. En la práctica era Dios diciendo: "Adán, mira donde estás". Pero Dios quiere revertir esa condición, y que para eso Jesús vino al mundo. la luz verdadera estaba en el mundo, pero el mundo que fue hecho por él, no lo sabía. Vino al pueblo que le pertenecía, los judíos, pero este pueblo no le recibió. Como amantes de la noche, insectos que se esconden debajo de la piedra porque odian la luz, nosotros huimos de Jesús. Esta huida es parte de los síntomas causados por el pecado. Cuando me ves aquí hablando acerca de Jesús, no pienses que siempre he sido así. Yo también huía de la luz verdadera, pero lo hacía en la forma más sutil y engañosa: era un espiritualista. En mi modo espiritualista de pensar, Jesús no era más que un gran maestro o un espíritu iluminado. Yo lo comparaba a los hombres como Buda, Gandhi y otros. Y la idea de la divinidad que yo tenía de Jesús era de alguien que traía en si algún tipo de chispa conquistada después de mucha evolución a través de sucesivas reencarnaciones. Pero no es un Jesús así que habla el Evangelio. Habla de un Jesús que es el verbo o elemento originador de toda acción y realización, el mismo Dios Creador. Jesús un día me toco cómo también te tocará si no te conviertes. ¿Sabes por qué? Porque la luz revela todas las cosas. Ella revela lo que las tinieblas tratan de ocultar. A la luz de la presencia de Jesús yo soy lo que soy; mis pecados salen a la luz y mis faltas son manifiestos. Nadie queda indiferente a la luz.
¿Y qué hacer? Puedo dar la espalda a la luz, como un niño que cubre sus ojos con las manos y cree que se esconde. Aun así, la luz sigue ahí, brillando y denunciando quien soy y donde estoy. Un día me resistí, pero el amor de Jesús me conmovió a reconocer mi pecado y permitir que él me salve. Así como una película fotográfica que recibe una sobreexposición a la luz, desaparecen todas las manchas, todos mis pecados fueron
perdonados. Ese día Dios me hizo su hijo. Y es de un nuevo nacimiento que habla Juan en los próximos 3 minutos.
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Mario Persona es un orador y consultor de comunicación, marketing y desarrollo profesional www.mariopersona.com.br . No tiene formación ni título eclesiástico y no está vinculado a ninguna denominación religiosa, congregándose desde 1981 solo al Nombre del Señor Jesús. Este mensaje originalmente no contiene publicidad. Algunos sistemas para enviar correos electrónicos o RSS generalmente agregan mensajes publicitarios que pueden no expresar la opinión del autor.
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