Video:https://www.youtube.com/watch?v=v1ZlJCBROwE
Despuéz de la sanidad
Lectura:Juan 5:10-16
Después de sanar al hombre que yacía enfermo durante treinta y ocho años, Jesús le dijo que tome su lecho y ande. Cuando los judíos religiosos ven a aquel hombre llevando su lecho, dan la mayor bronca. Quieren saber por qué él infringe el mandamiento del día de reposo que prohibía cargar algo o realizar algún trabajo en ese día. Él respondió que un hombre, el mismo que le había curado, le dijo que podría ir cargando su lecho. Él no sabe quién es ese hombre, pero termina reencontrando a Jesús en el templo. Eso tiene sentido. Si recordamos que el propósito de Dios para salvar a alguien es convertirlo en un adorador, la ida de ese hombre al templo era un testimonio de su transformación real. En el capítulo 9 del libro de los hechos, el Señor dijo a Ananías que busque a Saulo, el acérrimo perseguidor de los cristianos que acababa de convertirse a Cristo. Para identificarlo, el Señor le dijo: "levántate y ve a la calle que se llama derecha y busca en casa de Judas, a uno llamado Saulo de Tarso porque he aquí el ora" (Hch. 9:11). La oración era una característica de su conversión. La primera reacción de quien se convierte a Cristo, es buscar a Dios en oración, acción de gracias y adoración, porque Dios nos creó para tener comunión con Él. Amar su palabra, hacer su obra y aborrecer el pecado son otros resultados de una conversión real. Sin embargo, todas estas cosas, son los vagones que siguen al tren de una salvación ya consumada. Aquel hombre no fue al templo para ser sanado. él fue porque ya había sido sanado. Por supuesto, junto con los beneficios vienen responsabilidades, por lo que Jesús dijo al hombre: "mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor " (Jn 5:14). Él no dijo que sería ese "algo peor", pero dejó en claro dos cosas. Primero, la norma de santidad establecida por Dios siempre es absoluta. Él no dijo "no procures pecar" o "no mucho", sino simplemente "no vuelva a pecar". En segundo lugar, que el pecado siempre trae malas consecuencias. Aunque un creyente no puede perder la salvación, él puede perder la comunión, alegría, salud e incluso la vida como consecuencia del pecado. Dios es un padre que disciplina a cada hijo desobediente. A pesar que una disciplina así parece grave, si evalúa la perspectiva eterna duele menos que un castigo recibido en la infancia. Sin embargo, en la hora, usted puede apostar que el castigo de Dios también duele. Más tarde, el hombre que había sido sanado cuenta a religiosos judíos que Jesús es el nombre de aquel que le sanó. Los judíos reclaman a Jesús por sanar en el día de reposo, y lo que Jesús les dice está más allá de la imaginación de cualquier judío. ¿Qué es? Ud. sabrá en los próximos 3 minutos.
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