Jesús va a Jerusalén y visita un estanque llamado Betesda, alrededor del cual hay una multitud de personas enfermas. Que esperaban el movimiento del agua hecha por un ángel. El primero que descendía al estanque después del movimiento del agua quedaba sano. Aunque algunos manuscritos no traen el versículo 4, que hablan de ese Ángel, el relato está bien según la dispensación que funcionó para Israel, cuando los ángeles eran intermediarios entre Dios y los hombres. Fue a través de ellos que la ley fue dada a Moisés, y esta requería que el hombre haga algo de sí mismo si quería ser bendecido, por ejemplo, ser capaces de ver el agua moverse y entrar en el estanque. Con tantos ciegos, cojos y lisiados acostados allí, es difícil imaginar cómo alguien conseguiría entrar a tiempo para disfrutar el efecto curativo del movimiento del agua. los ciegos no podían ver el agua en movimiento y los cojos y lisiados no tenían la agilidad suficiente para realizar la tarea. Desde el punto de vista espiritual, todas esas personas estaban en las mismas condiciones: sin poder hacer nada para salvarse a sí mismos. Este también es el escenario actual: un montón de gente esperando una señal visible para realizar alguna acción y librarse de sus problemas. Lo que las personas no se dan cuenta es que los problemas son el resultado de un problema mayor: la condición de los pecadores perdidos. Algunos allí quizá preferían ver al ángel antes del movimiento de agua, y personas ocupadas con Ángeles no falta en nuestros días. El problema de los enfermos en el estanque de Bethesda es que están mirando en la dirección equivocada, con la esperanza de la salvación de cualquier ángel, señal visible o esfuerzo propio. Pero el único que puede salvarlos está ahí en medio de ellos, pero nadie lo está mirando. Así es todo ser humano. La epístola a los romanos dice que no hay quien busque a Dios, ni siquiera uno. Por esa razón la iniciativa parte de Jesús, que no sólo ve al hombre enfermo, sino que sabe muy bien que está así desde hace treinta y ocho años. Él le pregunta si quiere ser curado, más el pobre enfermo está tan preocupado por sus propias limitaciones, y explica que no tiene a nadie para que le ayude a entrar en el agua. Pero ¿quién dijo en el estanque? "Levántate! Toma tu lecho y anda"(Jn 5:8), dijo Jesús. El resultado es el mismo que las otras veces, solo bastó una palabra del Señor para que los ciegos vean, los mudos hablen y los muertos sean resucitados. Si usted desea ser curado de sus pecados y tener vida eterna, ¿por qué continúa mirando para sí mismo o para cualquier otro que no sea Jesús? Yo no estoy hablando de una religión, sino una
persona. La religión quiere mantenerte preso al lecho de las incertidumbres, ya que de eso vive. Por cierto, Sabe usted ¿de dónde viene la primera bronca que recibe aquel hombre al ser curado? De la religión. Es lo que veremos en los próximos 3 minutos.
Este sitio no tiene fines de lucro, el autor Mario Persona es un consultor y orador empresarial que en su tiempo libre habla de Cristo sin pedir dinero. No está conectado a ninguna denominación u organización religiosa. Se congrega solo al nombre del Señor fuera del sistema denominacional.
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Mario Persona es un orador y consultor de comunicación, marketing y desarrollo profesional www.mariopersona.com.br . No tiene formación ni título eclesiástico y no está vinculado a ninguna denominación religiosa, congregándose desde 1981 solo al Nombre del Señor Jesús. Este mensaje originalmente no contiene publicidad. Algunos sistemas para enviar correos electrónicos o RSS generalmente agregan mensajes publicitarios que pueden no expresar la opinión del autor.
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